Dirección y dramaturgia: Ricardo Iniesta.
Producción Atalaya TNT.
con Silvia Garzón, María Sanz, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Javier Domínguez, Garazi Aldasoro, Imasul Rodríguez, Elena Aliaga.
con Silvia Garzón, María Sanz, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Javier Domínguez, Garazi Aldasoro, Imasul Rodríguez, Elena Aliaga.
16 de agosto de 2020. Ruinas de Cáparra. 66º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Cáparra. 75’ aprox.
Elektra, hija de Agamenón y Clitemnestra, hermana de Orestes, una mujer con un designio trágico. Sobre él escribieron Sófocles y Eurípides hace veinticinco siglos. También Müller y Sartre en el siglo pasado. Y los teatreros de Atalaya han querido dedicarle a ella el que hace el número veinticinco de sus montajes.
Teatro coreográfico. Eso nos ofrece esta magnífica compañía sevillana que se toma muy en serio su trabajo ofreciéndonos una recreación coral de ese drama femenino intemporal con un texto magníficamente ajustado a la intención de ir mucho más allá de los relatos resabidos con planteamientos, nudos, desenlaces y moralinas. Así que nada tiene que ver con la Clitemnestra que vimos aquí el viernes esta propuesta con composiciones cautivadoras a cargo de seis actrices y dos actores radicalmente expresivos que con solo unas bañeras traslúcidas consiguen crear escenarios poéticos de rotundidad impresionante. Así que ha sido un cierre perfecto para estas noches de teatro en la dehesa a la vera de este arco. Un buen contrapunto al sinsabor que supuso no ir a Mérida para ver Antigona el 23 de julio (teníamos dos entradas en la fila 3 de orchestra) por la actitud temeraria e irresponsable con que desde el festival se manejó la seguridad de las personas en estos tiempos de pandemia cambiando de criterio y poniendo a la venta todas las localidades que en principio se habían dejado libres cuando compramos las nuestras. Una lástima y un feo contraste con la responsabilidad que el mundo del teatro y en general la cultura están afrontando en España la difícil situación que seguimos viviendo. Ojalá que en el próximo año la normalidad no esté adjetivada y podamos volver a Mérida como hacemos desde hace tantos años y, por supuesto, bajar varias noches a Cáparra desde casa.