de Stefan Zweig. Dirección y adaptación: Ignacio García.
producción: Lamarsó produce.
con Silvia Marsó, Felipe Ansola y Germán Torres.
con Silvia Marsó, Felipe Ansola y Germán Torres.
25 de mayo de 2018. Centro Niemeyer, Avilés. 85’ aprox.
Una mujer mayor evoca una jornada que pudo ser decisiva. Aquella en la que, tras la muerte del marido, encontró en Montecarlo a un joven jugador al que quiso redimir y del que se enamoró. Fueron veinticuatro horas de pasión en las que pudo cambiar el rumbo de su vida. Y un recuerdo secreto que tenía que compartir con alguien.
Me intrigaba cómo se podría llevar al escenario una historia como la de Zweig. Los espacios y los tiempos del relato me parecían más propicios para el cine que para el teatro (curiosa coincidencia la de esta obra con la magnífica película Las estrellas de cine no mueren en Liverpool que vimos ayer en Los Prados). También tenía curiosidad por ver cómo se planteaba en formato musical. Sin embargo, me temo que los espectadores que no hayan leído la novela no se animarán a hacerlo tras lo visto esta noche. Nada hay que reprochar a los intérpretes, pero sí a la previsibilidad de un formato que gustará seguramente a quienes les atraen los musicales por el mero hecho de serlo. Creo que no se ha acertado en la construcción de una obra que aprovecha el prestigio del escritor austriaco sin conservar lo esencial de un relato que no es únicamente la descripción de una jornada particular. En la novela hay dos voces narrativas sucesivas. Una masculina, que prologa el interés de lo que contará la mujer madura, y otra la de esa confesión radicalmente femenina y singular. Aquí las dos voces se diluyen e intercalan todo el tiempo entregando a un maestro de ceremonias bastante tópico la conducción de una historia que ya no recibimos como un sentido y compartible soliloquio femenino, sino como la tórrida y boba aventura de una mujer que estuvo a punto de perderse. Teniendo recientes la novela de Zweig y la película de McGuigan me resulta difícil apreciar otras virtudes en esta obra. Eso sí, recomiendo vivamente esas dos historias.