de Benito Pérez Galdós. Versión: Eduardo Galán. Dirección: Alberto Castrillo Ferrer.
co-producen: Secuencia 3, Som Produce, Pedro Hermosilla Managment y Cow Events Group
con Olivia Molina, María Pujalte, Pere Ponce y Alejandro Arestegui.
26 de mayo de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 95’ aprox.
co-producen: Secuencia 3, Som Produce, Pedro Hermosilla Managment y Cow Events Group
con Olivia Molina, María Pujalte, Pere Ponce y Alejandro Arestegui.
26 de mayo de 2017. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 95’ aprox.
Tras la muerte de sus padres, Don Lope tutela a Tristana. Y la hace suya. Así, cuando ella se enamora del joven Horacio, el viejo hidalgo teme perder a su criatura. Pero la enfermedad le ayudará a conservar su más preciado tesoro y aunque, coja, Tristana seguirá siendo suya.
El amor asimétrico y posesivo de un tutor maduro hacia su protegida era el punto de partida de Panorama desde el puente, la obra que, protagomizada por Eduard Fernández, vimos en enero en Gijón. El mismo tema es el motivo de la novela de Galdós que, tras la lamentable distorsión que de la historia hizo Buñuel en su película, vemos ahora adaptada al teatro. Si la inmigración podía ser la excusa para la pretendida actualidad de la obra de Arthur Miller, la emancipación femenina podría ser la justificación para llevar ahora a las tablas la historia de Galdós. De hecho, ese es uno de los subrayados más importantes en la versión del texto que nos presenta Eduardo Galán. En todo caso, y al margen de los valores literarios de la novela (entre ellos las cartas de los amantes cuya traslación escénica no resulta nada fácil), creo que el interés de la historia de Tristana no justifica ahora una versión teatral. Dicho esto, debo reconocer que el texto está muy bien adaptado, que la puesta en escena es más que eficaz (especialmente esos diálogos bilaterales entre Tristana y sus dos amantes intercalados en la casa y el estudio del pintor) y que las interpretaciones de los actores son impecables. Olivia Molina encarna a la perfección los matices de la evolución de su personaje, Pere Ponce clava y da empaque a un personaje para el que quizá pudieran faltarle algunos años. María Pujalte está muy solvente en ese papel de dignísima regidora doméstica y Alejandro Arestegui resuelve bien el personaje menos lucido, ese joven enamorado que se queda en nada ante el drama de Tristana y ante la fuerza de Don Lope. Así que, aunque lamento haberme perdido esta tarde la última película de Matías Piñeiro que se proyectaba en Gijón, no puedo reprochar nada a esta Tristana. Seguramente era innecesaria, pero ha sido muy correcta.