Un espectáculo coproducido por: Avance P. T., Compañía Nacional de Teatro Clásico, y Teatro Calderón de Valladolid.
con José Luis García Perez, Luciano Federico, Juanma Lara, Francisco Olmo, Eduardo Velasco, Daniel Martorell, Alfredo Noval, Alfonso Begara, Miguel Hermoso, Raquel Varela, Marta Guerras, Beatriz Argüello, Rosa Manteiga, Ariana Martínez y Eva Martín.
20 de marzo de 2015. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 140’ aprox.
Don Juan Tenorio ha ganado la apuesta que hace un año cruzó con Don Luis Mejía. La porfía se prolonga y el matador deberá dañar ahora el corazón de dos mujeres: la prometida del rival y la novicia que a él estaba destinada. La nueva victoria le hace merecedor del castigo eterno. Pero el amor de Doña Inés le conseguirá el perdón de Dios. Del Dios de Don Juan Tenorío.
Blanca Portillo solo se ha equivocado en una cosa. En anunciar que su Don Juan ajustaría cuentas con ese canalla. Nada había que ajustar porque el personaje de Zorrilla es un malo indiscutible que solo sale bien parado ante un Dios dispuesto a perdonar y una mujer dispuesta al sacrificio. Solo el catolicismo y el machismo femenino salvan aparentemente a este icono del mal que para ningún público es modélico. Y quizá eso es lo que Juan Mayorga y Blanca Portillo resaltan en ese irónico reproche que, traspasando la cuarta pared, nos hace el personaje por no dejarle en paz cuando se acerca su final. Insisto, Blanca Portillo solo se ha equivocado en la forma de presentar su Don Juan fuera del escenario. El que ha llevado a las tablas es magnífico e inolvidable. Lo son esos canallas actualizados con presencia de machos broncos en un escenario lleno de grises en el que nos reciben espectros con máscaras en blanco y negro. Lo son también las transiciones en penumbra mientras destaca la voz iluminada de la mujer que canta. Y lo son las interpretaciones de todos: la de un José Luis García Pérez que da presencia rotunda y voz ajada a este Tenorio impecable, la de un Miguel Hermoso que mantiene siempre a gran altura la réplica de Don Luis Mejía, la de una Ariana Martínez que nos pasma en esa Doña Inés que pasa de novicia desgarbada a venus fascinante, la de una Beatriz Argüello que compone una Brígida espectacular capaz de beneficiarse por igual de la víctima y del depredador. Y así hasta los quince magníficos actores que hoy han hecho de Zorrilla casi un memorable Shakespeare en el Niemeyer. No será fácil olvidar a este Don Juan que casi huele y que sin mirar a su ángel de amor le declara las virtudes de esta apartada orilla mientras se lava el torso a la brandoniana manera. Ni tampoco a esta Doña Inés pelirroja que se entrega desnuda a su castigador y que finalmente lo redime (Zorrilla) antes de escupirle (Portillo). No será fácil olvidar este impresionante Don Juan que aquí hemos disfrutado cuando comienza la primavera y que hace parecer tan lejanos los Tenorios de noviembre.