Dramaturgia: Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta y Ahmed Younoussi.
Dirección: Sergio Peris-Mencheta
Una coproducción de Barco Pirata y Teatro Español.
Con Ahmed Younoussi.
21 de marzo de 2025. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 100’ aprox.
Ahmed nos lo cuenta desde el principio. Desde los cinturonazos de su padre en Ksar-el-Kébir hasta su formación como actor de la mano de Cristina Rota. En medio, asistimos al deambular de aquel niño silvestre por los arrabales de Tánger o de Ceuta, a sus siete intentos por llegar a la Península y a la bondad de quienes le acogieron cuando lo logró.
Una historia verdadera y una verdadera historia. Con una verdad que conmueve mucho más que cualquier verosimilitud. Ahmed Younoussi relata, evoca y reflexiona en primera persona sobre su vida. La misma que la de tantos nadies que se la juegan, y muchos la pierden, en el Mediterráneo y en el Atlántico. Porque 14.4 es mucho más que teatro edificante (ese que deberían ver tantos diputados y presidentes autonómicos que ignoran el pasado, desprecian el presente y juegan con el futuro de miles de niños en Canarias). Es también teatro perfecto que comienza con un estupendo engaño (Juan Diego Botto también nos engañó al comienzo de su extraordinaria Una noche sin luna), destila vitalidad y sabe combinar de manera impecable el lirismo conmovedor y la fuerza arrebatadora de un niño de la calle. La historia es íntima y personal porque Ahmed Younoussi interpreta, en todos los sentidos, lo vivido. Pero también es universal, y por tanto política, porque señala la textura de este mundo obscenamente injusto que hace invisibles a los desheredados y mantiene ciegos a esos que piensan que sus derechos proceden de sus raíces, sin darse cuenta de que acabarán habitando un tronco seco y en su mitad podrido. Ahmed Younoussi, Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta forman una trinidad teatral perfecta. Ahmed Younoussi pone su cuerpo para encarnar admirablemente su vida, Juan Diego Botto pone palabras que sintonizan con la mirada encendida de un poeta en Nueva York y Sergio Peris-Mencheta pone el espacio, el tiempo y el movimiento creando imágenes evocadoras y disponiendo los resortes de los que Ahmed va rescatando ese afán por vivir que, desde su pueblo marroquí, le ha traído hasta aquí. Esta noche, en el abarrotado auditorio del Niemeyer todo el mundo ha entendido que, ante propuestas como esta, se aplaude mucho mejor de pie. Ojalá que ese aplauso tan intenso fuera contagioso, se escuchara fuera de los teatros y sacara de su ceguera a esos que cuando votan lo hacen contra la justicia, contra la belleza y hasta contra la compasión.