Texto: Ana Rujas. Dramaturgia y dirección: José Martret y Pedro Ayose
una producción de Nave 10 Matadero y Producciones Come y calla.
Con Ana Rujas, Joan Solé y Teo Planell.
14 de junio de 2025. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 85’ aprox.
Marc vuelve de Japón donde ha estado trabajando en un proyecto de arquitectura con su padre. Sara ya no le está esperando igual que antes. Ahora reniega de su vida con él y ha encontrado una salida con un joven amante.
La otra bestia parte de un libro que Ana Rujas escribió más en clave poética y catártica que para una dramaturgia. Seguramente por eso en la obra hay mucho de confesión existencial (femenina y feminista) que, en cierto modo, sigue la senda de obras anteriores tan interesantes como La mujer más fea del mundo o ¿Qué sabes tú de mis tristezas? Esta última la dirigió también Pedro Ayose y pudimos verla en La pensión de las pulgas, aquel inolvidable espacio mínimo por el que (junto con La casa de la portera) José Martret bien merece un lugar destacado en la historia del teatro de trinchera. En La otra bestia hay mucho acierto en la configuración de un espacio escénico que está horizontal y verticalmente escindido. Arriba una pantalla nos muestra, casi siempre en directo, lo que podría ser una película clásica en blanco y negro magníficamente filmada, cámara en mano, con lo que está ocurriendo abajo, en los habitáculos opresivos y reconfigurables en que se desarrolla la vida doliente de esta mujer. El espacio más estrecho es el del deseo y la transgresión con el joven amante. El más ancho es el de esa vida burguesa y mortecina decorado con el gris propio de las morgues (Sara habla a veces de un camposanto). Joan Solé y Teo Planell le dan una réplica impecable, pero es Ana Rujas la que protagoniza esta historia con una intensidad que pudiera recordar a la de los personajes que interpretaban Barbara Lennie en La clausura del amor o Irene Escolar en Finlandia. Su trayectoria está en un gran momento, como demuestran también películas recientes como 8 o La buena letra. En todo caso, las rupturas amorosas en el teatro de Pascal Rambert son más radicales y equilibradas entre los contendientes, mientras que en esta obra, formalmente impecable, encuentro más interés en las grietas y el dolor existencial del personaje de Sara que en el pugilato con su marido. Y es que el desamor, el negro desamor, a veces se expresa mejor en soliloquios. Como el de Jean Cocteau en La voz humana.