Creación: Andrea Jiménez. Dirección: Andrea Jiménez y Úrsula Martínez.
Producción: Andrea Jiménez, Barco Pirata Producciones y Teatro de La Abadía.
con Andrea Jiménez, Juan Paños y Xuaco Carballido como actor invitado.
5 de abril de 2024. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.
Andrea es Cordelia y su padre nunca ha ido a un teatro. Él tenía un club de tenis y la repudió por no querer dirigirlo. El de Cordelia también la repudió pero ha estado siempre en el escenario. Andrea está harta de todo eso, así que esta vez será ella quien ajuste cuentas con su padre. Para hacerlo necesita que el Rey Lear sea un hombre distinto cada noche. Y que haga y diga lo que ella le mande.
Andrea Jiménez estrena en el Palacio Valdés esta maravilla que riza el rizo de las posibilidades interpretativas y de lo que se puede hacer en un escenario. Comienza citando a Peter Brook para recordarnos que si alguien camina en un espacio vacío y alguien mira, entonces ya hay teatro. Luego nos explica, a nosotros y a Xuaco Carballido, lo que ella y él (Cordelia y Lear) harán esta noche. Él ha llegado al teatro poco antes que nosotros y no conoce el texto ni los movimientos escénicos. Juan Paños (siempre discreto y en penumbra) le pone un pinganillo y, como los antiguos apuntadores, le irá susurrando el texto. Ella le dará leves indicaciones y cuando Xuaco Carballido acepta convertirse en Lear la cosa comienza. Y lo que entonces empieza es a la vez la historia de Shakespeare y la de Andrea impecablemente entreveradas. No sé cómo lo harán los actores que le sucederán cada noche en La Abadía a partir del próximo miércoles, pero me parece imposible que superen lo que aquí ha hecho hoy Xuaco Carballido. Su presencia y su voz son rotundas y perfectas para el personaje, pero la forma en que ha entrado en el juego de Andrea ha sido una gozada para nosotros, para ella y espero que también para él. Cualquier actor se prepara para interpretar lo mejor posible un personaje, para serlo en potencia conforme van avanzando los ensayos hasta conseguir encarnarlo plenamente durante sucesivas noches. Pero Andrea Jiménez le pide al actor que solo actúe, que sea acto puro, sin nada antes ni nada después de esa única función en la que creará un mundo propio. Andrea Jiménez desnuda la esencia del actor, enfrentándolo al acto de interpretar en el justo medio entre el vértigo de la improvisación y la confianza de dejarse llevar por un texto y un movimiento escénico que es tan desconocido para él como para el público. O tan viejo y resabido para ambos, porque Andrea Jiménez ha elegido nada menos que el Rey Lear (en la versión de Mayorga) para hablarnos de su relación con su padre mediante esta innovación radical que recrea y reinterpreta aquella historia clásica. Y no un clásico cualquiera, sino uno de los personajes emblemáticos que coronan la carrera de los grandes intérpretes (Nuria Espert lo interpretó hace unos años y lo evocó cuando recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes). Pues bien, ese personaje cimero que ambicionan todos los actores y para el que se preparan durante mucho tiempo, se lo regala a uno distinto cada noche que ha de asumir el riesgo de hacerlo a porta gayola, de conjurar sus miedos y entregarse sin red a esta reina de la dirección y el atrevimiento escénico. Ella no solo nos conmueve con su catarsis sincera, sino que nos ofrece un Shakespeare único, como lo serán también cada uno de los Lear que a partir de ahora asistan a la muerte de Cordelia y la consuelen a ella. Pero es que, además, Andrea Jiménez se ha tomado todo esto tan en serio que no se ha olvidado de los irónicos subtextos y metatextos que caracterizaron sus maravillosos trabajos con Noemí Rodríguez en Teatro en Vilo (Interrumped, Generación Why, Man Up, Hoy puede ser mi gran noche). Y con la misma gracia, fuerza e intención ha incorporado momentos monologados tan vibrantes como el tronchante alegato feminista contra la franquicia Shakespeare y su olvido del arco dramático de Cordelia. O ese conmovedor monólogo final que es, no solo un canto al perdón y la empatía paterno filial, sino, con permiso de Brook y del Bardo, uno de los alegatos más hermosos, lúcidos e intensos que yo recuerde sobre la pasión por el teatro a los dos lados de la cuarta pared. Así que en Avilés nos quedamos esperando con muchas ganas lo próximo que nos traiga esta maga de la dramaturgia y la escena. Y que se vayan preparando los de La Abadía y sus Lear. En pocos días estarán allí nada menos que Andrea Jiménez y Cordelia.
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