Dirección: Alfredo Sanzol.
una producción del Centro Dramático Nacinal.
- Mikel y la conmoción de Alfredo Sanzol. Con Jesús Noguero.
- Mikel y la conmoción de Alfredo Sanzol. Con Jesús Noguero.
- Eva y la conmoción de Victoria Szpunberg. Con Natalia Hernández y Fernanda Orazi
- María y la conmoción de Eva Mir. Con Javier Hernández y Camila Viyuela
Mikel nos lo cuenta mientras recorre todos los espacios del teatro. Repasa lo vivido en aquellos días en los que el coronavirus se cebó con él y llegó a saber en qué consiste la vecindad con la muerte. Entre el sexto y el séptimo día, de la creación y del encierro, Eva V. evoca su relación con Eva S., la empleada de Caixabank que le recomendó colocar su dinero donde no debía. Pero esa segunda Eva también era una víctima confinada de otra violencia. María está corriendo y en la plaza de los Mostenses es atropellada por un repartidor de Glovo. Tras la conmoción los dos hablan de lo que está pasando mientras comen lo que él tenía que repartir. Pero la historia también es un monólogo del personaje con apostillas de la autora sobre el teatro y la conmoción.
El Centro Dramático Nacional retoma la actividad escénica con La pira, una trilogía sobre lo que ha pasado compuesta por La conmoción, La distancia y La incertidumbre. Cada una de ellas contiene tres piezas cortas a cargo de distintos autores pero con una misma dirección. La distancia está dirigida por Alfredo Sanzol (que ahora también dirige el CDN) y es un monólogo en el que es fácil pensar que lo nos cuenta Jesús Noguero le ha sucedido a él mismo. De hecho, es una experiencia en primerísima persona, en este caso la del propio Sanzol. Además de una pieza dramática de primer orden que nos hace vivir por unos minutos la experiencia de recorrer un teatro, creo que sería el mejor antídoto para los que banalizan todo esto, los que hacen de la pandemia una coartada para el acoso político y los que priorizan la economía y los contactos multitudinarios sobre la salud de los demás. En lugar de multarlos o repudiarlos creo que sería mucho más efectivo que contemplaran en silencio los veinte minutos de esta obra. La segunda pieza es de Victoria Szpunberg y es casi un monólogo impresionante a cargo de la gran Fernanda Orazi en el que los dos lados del charco, el sentido del sexto día de la creación y el sufrimiento de estas dos Evas se van hilvanando en un texto sutil y conmovedor. Y precisamente sobre las diversas variantes de la conmoción trata la pieza de Eva Mir en la que tienen tanta importancia las acotaciones de la autora en boca de la actriz como ese encuentro imprevisto entre dos personajes a la deriva en medio del silencio nocturno y confinado de las calles de Madrid. Las tres obras las vemos a través de la pantalla pero el dispositivo es radicalmente teatral. Tanto que nos convertimos en espectadores móviles de ese teatro mínimo en el que no hay distancia entre la platea y el escenario pero mantenemos el pacto de sincronía y de atención que da sentido al teatro, ese lugar desde el que se mira y que durante esta hora hemos dejado de añorar porque de algún modo hemos vuelto a él.