viernes, 20 de abril de 2018

Ilusiones

de Ivan Viripaev. Dirigido por Miguel del Arco.
una producción de Kamikaze Producciones.
con Marta Etura, Daniel Grao, Alejandro Jato y Verónica Ronda.

20 de abril de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 100’ aprox. Estreno absoluto.

Dani y Sandra. Alberto y Margarita. Dos parejas que compartieron amistad durante más de cincuenta años y que en el tramo final de sus vidas buscaron la verdad sobre la naturaleza del amor. Si necesita ser correspondido para ser perfecto. Si puede llegar a serlo...

Nunca vemos a los personajes. Dos actores y dos actrices nos hablan de ellos y nos muestran retazos de sus vidas. También sus ideas sobre el amor. El texto tiene un equilibrio magnífico entre la reflexión accesible y la evocación existencial, entre la recreación de instantes que devienen en hitos y las miradas postreras sobre la vida y el amor. Pero, con ser muy bueno, lo mejor de Ilusiones no es el texto sino lo que con él han conseguido Miguel del Arco y estos cuatro actores extraordinarios. Uno de los personajes descubre en un instante que el mundo quizá no sea sólido sino blando. Y eso es precisamente lo que muestran estas Ilusiones teatrales que exploran las grietas entre el actor y el personaje, entre el personaje y el coro, entre la escena y el escenario. Son grietas deliciosas que nos van mostrando que en el teatro pueden romperse los pactos consabidos sin hacerle ningún daño. Al contrario, haciendo que aún sea más revelador. Desde que entramos en el patio de butacas ya vemos grietas en la cuarta pared. Desde el escenario dos hombres y dos mujeres nos saludan cariñosos. No sabemos si lo hacen los actores o los personajes. Y así será también después. No hay reparto interpretativo en el elenco. Los personajes se construyen de forma difusa aunque haya largos monólogos en los que escuchamos la voz interior de un personaje masculino en las palabras de una actriz o al revés. Pero no hay solo un intercambio de papeles sino una construcción coral de los personajes con apostillas perfectas que parecen (o hasta podrían) ser  improvisadas. Si fuera jazz, Ilusiones sería una jam session. Y gracias a Miguel del Arco creo que en cierto modo lo es. Siempre se dice que cada función es distinta para los actores, pero creo que pocas veces podrá ser tan cierto como en esta obra. No sé qué podría esperar de su texto Ivan Viripaev, pero estoy seguro que nunca más que este prodigio de teatro líquido pero a la vez nítido, medido pero a la vez improvisado, reflexivo pero a la vez juguetón. Un teatro que ablanda las convenciones y nos ha permitido contemplar desde su final las vidas de Dani, Sandra, Alberto y Margarita sin que Marta, Daniel, Alejandro y Verónica se las hayan repartido desde el principio. Miguel del Arco ha abierto las grietas y nos ha invitado a mirar por ellas, a disfrutar de una variante desconocida de este dispositivo mágico y blando que es el teatro que nos permite contemplar ilusiones sobre la vida y dar vida a las ilusiones. Eso de lo que habla la canción de Los Chichos que se escucha al final. Así que, una vez más, hemos asistido a un estreno memorable que dará mucho que hablar cuando llegue al Kamikaze. Al salir uno piensa en lo afortunados que somos pudiendo disfrutar de esta complicidad perfecta  entre nuestro Palacio Valdés y esa joya que los madrileños tienen en la calle Embajadores.

sábado, 14 de abril de 2018

Un beso

de Iván Cotroneo. Dirección: Fernando Bernués.
una producción de Tanttaka Teatroa.
con Mireia Gabilondo, Ander Iruretagoiena y Haritz Morrás.

14 de abril de 2018. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 55’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer
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Dos adolescentes y una profesora. Lorenzo es homosexual y acaba de ser adoptado. Antonio y sobre todo sus padres no han podido superar la muerte de su hermano. La profesora tenía debilidad por una alumna que lo dejó todo cuando quedó embarazada. Los tres nos hablan de lo que les pasó. Del amor que la profesora no llegó a confesar a la alumna. Del beso que Lorenzo sí le dio a Antonio. Y de lo que él hizo al día siguiente en el aula. 

Tres monólogos intercalados. El dispositivo es correcto pero demasiado recurrente. Desde el principio sabemos que la cosa acabará en drama, así que importa más la forma en que se tejen los tres hilos narrativos que sus consecuencias. Sin embargo, la historia está saturada de temas de moda e intenciones evidentes: los problemas de la adolescencia y la familia, la homofobia, el maltrato de género... Así que los tributos LGTB han dominado sobre la calidad teatral. Es lo que pasa cuando lo que importa de una propuesta es su contenido temático. La obra se inserta en el festival de cine  LGTBIQ que comienza este fin de semana. No sé si su programación ganará mucho con esta intersección con la de teatro. El que no gana nada es el off del Niemeyer.

viernes, 6 de abril de 2018

Mi defecto o arrancaré flores al desierto

autoría y dirección: Borja Roces.
producción: El Encuentro Teatro
con Borja Roces.

6 de abril de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 55’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias".

Un joven homosexual y asturiano nos cuenta sus sentimientos. A veces como si fuera su madre la que le hablara a él. O como si un actor estuviera siguiendo, más o menos, las indicaciones de un director.

Soliloquios narcisistas. Y exhibicionistas. Ser homosexual, asturiano y joven no es suficiente para hacer buen teatro. Tampoco basta con querer contar cosas sobre uno mismo. Para eso hay lugares mejores que un escenario. Y también para rajar seis sacos de tierra y extender una buena polvareda desde él. Además de querer tanto al personaje, esa madre quizá debió decirle que esas cosas no se hacen. Por suerte, la obra fue corta y pudimos llegar a tiempo al estupendo concierto del gran Jorge Pardo y Armando Orbón en la sala Santa Cecilia. Sin duda, fue lo mejor de la noche.

miércoles, 4 de abril de 2018

Malditos 16

de Nando López. Dirección: Quino Falero.
producción: Centro Dramático Nacional y Coart+e.
con Guillermo de los Santos, Andrea Dueso, Juan de Vera, Paula Muñoz, David Tortosa y Rocío Vidal.

4 de abril de 2018. Teatro Cervantes, Málaga. 75’ aprox.

Cuatro jóvenes de veintitantos vuelven al hospital en el que se conocieron cuando intentaron suicidarse a los dieciséis. Será un intenso reencuentro en el que repasarán cómo eran entonces y cómo son ahora.

Lo mejor son los desdoblamientos de estos jóvenes actores en esas dos edades. Lo peor, los personajes de la médica y del ayudante. Las referencias a los recortes en la sanidad pública resulta obvia y manida. Lo mismo podría decirse del propio tema de la obra. Con un acercamiento bastante tópico a los problemas juveniles, no se entiende el empeño por poner en el centro de ellos la cuestión del suicidio. Espero que no se le ocurra a nadie que Malditos 16 podría ser una obra muy edificante y educativa. Si se trata de llenar teatros con adolescentes, mejor hacerlo con buenas obras que traten temas menos delicados. Lo segundo quizá no lo cumplen las últimas de La joven compañía, pero no hay duda de que lo primero sí. Por eso son tan distintas a esta. De cualquier modo, ha merecido la pena conocer este bonito teatro aprovechando estos días en Málaga.