sábado, 27 de abril de 2024

Mírame

dirección y dramaturgia: Irene Doher y Paloma García-Consuegra
una producción de Teatro Español y Livianas Provincianas.
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on Irene Doher, Paloma García-Consuegra y Pepe Alacid.

27 de abril de 2024. Centro Niemeyer (club), Avilés. 75’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.

Tras una gira nacional, internacional y sideral, La Berta y La Reme llegan con su espectáculo a Avilés acompañadas al piano por el maestro Alacid. Son Las Livianas Provincianas, dos estupendas vedetes que ahora están en su mejor momento.

La Berta y la Reme nos saludan al entrar y nos dedican su portada del Interviú (la nuestra nos la firmó La Reme). No es fácil ver ahora un espectáculo sicalíptico de los tiempos del cuplé. Y eso es lo que nos traen con mucha gracia estas dos bellezas nada canónicas que cantan, bailan y amenizan como nadie con una propuesta que es a la vez un repaso impecable a las canciones picaronas de aquellos tiempos y un buen repaso a algunos tópicos de los nuestros (impagable la deconstrucción del androcentrismo castizo del Pichi o la sutil ironía sobre esa zorra eurovisiva que dice estar en su mejor momento). Las Livianas Provincianas son alegría pura, buen rollo y mucha ternura en un espectáculo que podría publicitarse como de ayer, de hoy y de siempre. De hecho, es apto para todos los públicos. Y eso que incluye los desnudos integrales más tronchantes que se hayan podido ver en un escenario. Así que ha sido un gusto recibir en el Niemeyer a unas divas tan diferentes y divertidas como La Berta y La Reme. Bien por Irene y por Paloma. 

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viernes, 26 de abril de 2024

Pandataria

Dirección y coreografía: Chevi Muraday. Textos Laila Ripoll
Una producción de Losdedae en colaboración con el Festival de Mérida.
con Cayetana Guillén Cuervo, Chevi Muraday, Elio Toffana, Basem Nahnouh, La Merce y Chus Western.


26 de abril de 2024. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75 aprox.

Una diminuta isla llamada Pandataria sirvió de prisión a mujeres notables, pero díscolas según los valores del imperio. Y en tiempos de Mussolini volvió a serlo para quienes reclamaban una Europa unida. La danza recoge aquellas memorias lejanas y las convierte en canto intemporal a la memoria feminista.

El buen hacer de Chevi Muraday (en Avilés lo vimos en Sensible) y de Laila Ripoll (este verano se la homenajea en Almagro) es bien conocido. El reto aquí lo tenía Cayetana Guillen Cuervo y sale bien parada protagonizando este arquetipo milenario de la insularidad femenina junto a estos impecables danzantes contemporáneos. Quizá en un escenario más amplio, como el de Mérida, funcionara mejor esa plataforma elevada de la que a veces emergen bailarines anfibios, pero en la primera parte se hace extraña la forma en que los vemos desde el patio de butacas. Por lo demás, el espectáculo se sitúa en un territorio intermedio entre la danza contemporánea y el teatro poético sin que tenga del todo claro si aquí el todo es más que la suma de las partes.

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sábado, 13 de abril de 2024

Vania x Vania (versión 1)

texto y dirección: Pablo Remón.
una producción de Teatro Español y Teatro Kamikaze.
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on Javier Cámara, Juan Codina, Israel Elejalde, Marta Nieto, Manuela Paso y Marina Salas.


13 de marzo de 2024. Teatro Jovellanos, Gijón. 115’ aprox.

Una familia y un médico en una casa de campo. La familia es diversa. Están el tío, la sobrina y la señora que los cuida. Y también el escritor y su mujer urbanitas que han venido para quedarse en ella o para que se venda. El conflicto es puntual y múltiple. Pero también esencial y existencial.

El jueves tenía clase en la facultad y no llegaba a tiempo para ver en Avilés la versión 1 del Tío Vania remoniano, cuya segunda versión vi ayer en el Niemeyer. Los amigos me decían que había acertado con el orden. Que la versión más esencial y memorable era esta, y seguramente tenían razón. De todas formas, en la reseña de ayer ya anticipaba que lo de versión 1 y versión 2 quizá no debiera interpretarse como orden temporal, sino como concepto espacial. La de hoy es una versión radicalmente monista. Con un solo espacio prácticamente vacío (solo seis sillas, la de Marina Salas, de ruedas) seis intérpretes soberbios van haciendo crecer en nuestra mente la historia de Chèjov. Siempre presentes en el escenario (o tras el decorado de la versión 2), con solo adelantar o cambiar la posición de sus sillas, van trenzando los diálogos y las escenas de El Tío Vania como si estuviéramos asistiendo a las últimas lecturas de mesa antes de los ensayos. Es teatro tan abstracto como nítido. Casi más Chéjov que Remón. De este son el ritmo y cierta naturalidad actualizada que se radicaliza en la versión 2. La semana pasada Andrea Jiménez estrenó en el Palacio Valdés algo tan innovador como Casting Lear, una obra en la que cada día cambia el actor protagonista. En este caso he sido yo el que, como espectador, he innovado cambiado el orden de la propuesta de Pablo Remón. Y debo decir que quizá mis amigos tenían razón. Que pudiera ser mejor ver antes al Chejóv remoniano y desdoblado de la versión 2  y después al Tío Vania esencial y destilado de esta versión tan monista. Incluso creo que en Asturias, y en la gira, hemos sido más afortunados que en Madrid. Sea cuál sea el orden de estos dos Vanias,  me parece más grato y nutritivo degustar esta magnífica propuesta en dos días sucesivos que en la sesión (casi) continua de Madrid. Son ventajas de vivir en la verdadera centralidad: la de la periferia.      

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viernes, 12 de abril de 2024

Vania x Vania (versión 2)

texto y dirección: Pablo Remón.
una producción de Teatro Español y Teatro Kamikaze.
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on Javier Cámara, Juan Codina, Israel Elejalde, Marta Nieto, Manuela Paso y Laura Galán.


12 de marzo de 2024. Centro Niemeyer (auditorio), Avilés. 120’ aprox.

Una familia y un médico en una casa de campo. La familia es diversa. Están el tío, la sobrina y la señora que los cuida. Y también el escritor y su mujer urbanitas que han venido para quedarse a vivir en ella o para que se venda. El conflicto es puntual y múltiple. Pero también esencial y existencial.

A la izquierda el exterior de una casa de campo rusa de hace más de cien años. A la derecha el de otra casa en un pueblo castellano de hoy. El tío de la izquierda es Vania. El de la derecha es Iván. A la izquierda hay más Chèjov y menos Remón. A la derecha sigue siendo El tío Vania, pero también resuenan los ambientes y lenguajes de obras anteriores, especialmente Los Mariachis (y hasta el acento de Luis Bermejo). Ayer no pude ver la versión 1 (la veré mañana en Gijón), pero creo que lo de versión 2 pudiera no ser ordinal, sino, más bien, espacial. Pablo Remón ha querido hacer con Chéjov algo parecido a lo que hizo con Lorca en Doña Rosita anotada. Allí el presente (su presente en primera persona) se intercalaba con el tiempo de la obra. Aquí ha querido que sea ese espacio doble el que represente los dos tiempos que ya albergaba tácitamente el texto de Chèjov. Aquellos rusos rurales con problemas existenciales aludían a un futuro remoto que es nuestro presente y Remón hace dialogar esos dos tiempos con solo dividir el escenario. Pero esta versión  de El tío Vania no es compartimentada ni intercalada. Los personajes pasan de un espacio a otro (y de un tiempo a otro) sin que se adviertan más cambios que las anécdotas y los lenguajes. Así, Pablo Remón confirma la intemporalidad de Chèjov. Y no solo porque su obra anticipara temas como la conservación de la naturaleza o la necesidad del cuidado, sino porque lo esencial de todas las vidas es lo que se muestra y se oculta en su cotidianidad. Javier Cámara está perfecto en los dos tonos de sus Vanias. Como también lo está Israel Elejalde interpretando con su fuerza habitual a ese médico desencantado y enamorado. O Juan Codina, intensísimo en el papel de ese escritor patético. Y, por supuesto, también Marta Nieto con el personaje de esa Elena, tan guapa, indolente y lucida, que encandila al Tío Vania y al médico; Manuela Paso, encarnando a esa Marina que destila la sensatez propia de los afanes domésticos; y Laura Galán (que ya estaba superlativa protagonizando Cerdita) y que aquí ha hecho un trabajo magnífico sustituyendo a Marina Salas (lesionada) en el papel de Sonia. Así que mañana, y con muchas ganas, me espera más Tío Vania en Gijón.

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viernes, 5 de abril de 2024

Casting Lear

Creación: Andrea Jiménez. Dirección: Andrea Jiménez y Úrsula Martínez.
Producción: Andrea Jiménez, Barco Pirata Producciones y Teatro de La Abadía.
con Andrea Jiménez, Juan Paños y Xuaco Carballido como actor invitado.


5 de abril de 2024. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90 aprox. Estreno absoluto.

Andrea es Cordelia y su padre nunca ha ido a un teatro. Él tenía un club de tenis y la repudió por no querer dirigirlo. El de Cordelia también la repudió pero ha estado siempre en el escenario. Andrea está harta de todo eso, así que esta vez será ella quien ajuste cuentas con su padre. Para hacerlo necesita que el Rey Lear sea un hombre distinto cada noche. Y que haga y diga lo que ella le mande.

Andrea Jiménez estrena en el Palacio Valdés esta maravilla que riza el rizo de las posibilidades interpretativas y de lo que se puede hacer en un escenario. Comienza citando a Peter Brook para recordarnos que si alguien camina en un espacio vacío y alguien mira, entonces ya hay teatro. Luego nos explica, a nosotros y a Xuaco Carballido, lo que ella y él (Cordelia y Lear) harán esta noche. Él ha llegado al teatro poco antes que nosotros y no conoce el texto ni los movimientos escénicos. Juan Paños (siempre discreto y en penumbra) le pone un pinganillo y, como los antiguos apuntadores, le irá susurrando el texto. Ella le dará leves indicaciones y cuando Xuaco Carballido acepta convertirse en Lear la cosa comienza. Y lo que entonces empieza es a la vez la historia de Shakespeare y la de Andrea impecablemente entreveradas. No sé cómo lo harán los actores que le sucederán cada noche en La Abadía a partir del próximo miércoles, pero me parece imposible que superen lo que aquí ha hecho hoy Xuaco Carballido. Su presencia y su voz son rotundas y perfectas para el personaje, pero la forma en que ha entrado en el juego de Andrea ha sido una gozada para nosotros, para ella y espero que también para él. Cualquier actor se prepara para interpretar lo mejor posible un personaje, para serlo en potencia conforme van avanzando los ensayos hasta conseguir encarnarlo plenamente durante sucesivas noches. Pero Andrea Jiménez le pide al actor que solo actúe, que sea acto puro, sin nada antes ni nada después de esa única función en la que creará un mundo propio. Andrea Jiménez desnuda la esencia del actor, enfrentándolo al acto de interpretar en el justo medio entre el vértigo de la improvisación y la confianza de dejarse llevar por un texto y un movimiento escénico que es tan desconocido para él como para el público. O tan viejo y resabido para ambos, porque Andrea Jiménez ha elegido nada menos que el Rey Lear (en la versión de Mayorga) para hablarnos de su relación con su padre mediante esta innovación radical que recrea y reinterpreta aquella historia clásica. Y no un clásico cualquiera, sino uno de los personajes emblemáticos que coronan la carrera de los grandes intérpretes (Nuria Espert lo interpretó hace unos años y lo evocó cuando recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes). Pues bien, ese personaje cimero que ambicionan todos los actores y para el que se preparan durante mucho tiempo, se lo regala a uno distinto cada noche que ha de asumir el riesgo de hacerlo a porta gayola, de conjurar sus miedos y entregarse sin  red a esta reina de la dirección y el atrevimiento escénico. Ella no solo nos conmueve con su catarsis sincera, sino que nos ofrece un Shakespeare único, como lo serán también cada uno de los Lear que a partir de ahora asistan a la muerte de Cordelia y la consuelen a ella. Pero es que, además, Andrea Jiménez se ha tomado todo esto tan en serio que no se ha olvidado de los irónicos subtextos y metatextos que caracterizaron sus maravillosos trabajos con Noemí Rodríguez en Teatro en Vilo (Interrumped, Generación Why, Man Up, Hoy puede ser mi gran noche). Y con la misma gracia, fuerza e intención ha incorporado momentos monologados tan vibrantes como el tronchante alegato feminista contra la franquicia Shakespeare y su olvido del arco dramático de Cordelia. O ese conmovedor monólogo final que es, no solo un canto al perdón y la empatía paterno filial, sino, con permiso de Brook y del Bardo, uno de los alegatos más hermosos, lúcidos e intensos que yo recuerde sobre la pasión por el teatro a los dos lados de la cuarta pared. Así que en Avilés nos quedamos esperando con muchas ganas lo próximo que nos traiga esta maga de la dramaturgia y la escena. Y que se vayan preparando los de La Abadía y sus Lear. En pocos días estarán allí nada menos que Andrea Jiménez y Cordelia. 

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